Darwin Vásconez
Administrador
del Programa de Socios de JICA, SOJAE-Cayambe
Tuve la fortuna de estar en
Japón 12 días, del 7 al 19 de octubre, es un tiempo corto para conocer un país
con tantas riquezas, y muy diferente al nuestro. Sin embargo, en estos días, ya
en Ecuador, que he conversado con familiares, compañeros, amigos y estudiantes
sobre el viaje me doy cuenta de que en realidad comencé a conocerlo desde los
14 años, cuando ingresé como becario a la fundación. Empero, claro está, una
cosa es leer, escuchar, conversar; y otra muy diferente estar ahí.
De los 12 días, la mayor
parte del tiempo estuve en Hanno, en casa de la familia Sugita. En dicha
ciudad, entre los aspectos que más nos llamaron la atención (No sólo a mí, sino
también a Paola y Andrés) están: la limpieza, el orden, el silencio y el
respeto por parte de los conductores de vehículos a las personas que van en
bicicleta y a los peatones, sobre todo a los niños y ancianos. Me impresionaron
gratamente porque estos aspectos no dependen del factor económico sino de los
hábitos y las costumbres de las personas.
En cuanto al propósito del
viaje, visitamos cinco instituciones educativas, en ellas pudimos observar de
cerca cómo funciona el sistema del almuerzo escolar; también participamos en
cinco reuniones en las que conversamos sobre el trabajo que se realiza en Ecuador
y a la vez pudimos conocer algo del incansable trabajo que se efectúa en Japón.
Visitamos dos iniciativas de huertos y conversamos con sus propietarios.
Asimismo, fuimos al Instituto Rural Asia, y conocimos de primera fuente su
filosofía de trabajo.
Por otra parte, estuvimos dos
días en Tokio, en la casa de la familia Miyachi, el sábado conversamos todo el
día, ya que por el Tifón no podíamos salir; el domingo conocimos algo de Tokio,
Asakusa, Akihabara, Shibuya. El martes 15, con el Sr. Tojo, el Sr. Suzuki y la
Srta. Kaimori fuimos a Nikko y luego –en la misma prefectura de Tochigi- a un
hotel donde tuvimos la experiencia onsen.
Al final, sólo tengo palabras
de agradecimiento y un sentimiento de profunda gratitud para las personas que
de diferentes formas nos acogieron en Japón (Después de muchos años pude ver a
mi madrina: Sumika); sinceramente deseo que -en los siguientes años- más
miembros tengan esta oportunidad. El viaje terminó, pero los recuerdos serán
parte de esa historia personal que me la contaré a mí, a mis familiares y a mis
amigos, una y otra vez para no olvidarla. Arigato gozaimasu. (20 Nov. 2019)
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