Darwin Vásconez
Encargado de Becarios de Cayambe
Siempre he sido un poco reacio a aceptar las
novedades de la tecnología; por eso, compre un teléfono celular buen tiempo
después de que este se hiciera masivo en el país (En otras partes del mundo ya
se había masificado unos años antes), con el Smartphone sucedió algo parecido,
lo compré cuando no hubo más remedio, ya que veía que al no tener uno poco a
poco me iba aislando de todo.
Por lo antes señalado, durante mucho tiempo
pensé que un Smartphone era un lujo para un estudiante de colegio, es decir, un
aparato tecnológico del que tranquilamente podían prescindir. Sin embargo, en los últimos años
fui cambiando mi manera de pensar a medida que ido conociendo las posibilidades
que ofrece este tipo de tecnología.
En lo que respecta a los estudiantes me fui
percatando de que no sólo utilizaban el celular para estar en contacto con sus
amigos a través de las redes sociales, escuchar música y otras actividades de
entretenimiento; sino también para realizar tareas (Word, Excel, Power point,
se puede instalar en el teléfono), para consultar, para leer, para acceder a
internet y con ello a todas las posibilidades que ofrece la red. Además, un
celular es más asequible que una computadora, por lo que es una buena
alternativa para las familias con menores recursos.
En este sentido, la pandemia y las
consecuencias que se derivan de esta, han contribuido a incrementar la
necesidad de que los estudiantes cuenten con un smartphone adecuado que les
permita –por ejemplo- participar de las clases a través de Teams (Teams es la
aplicación que utiliza todo el sistema educativo fiscal para las clases
virtuales) y realizar las tareas.
Por las razones mencionadas es que pensamos que
al dar un teléfono celular a los becarios estamos contribuyendo a que continúen
sus estudios durante este tiempo de pandemia, pero también después, una vez que
se supere la misma.
La realidad de los becarios de Cayambe con
relación al contar con un teléfono celular propio es diversa, empero se puede
dividir en tres grupos. En el primero –que son la mayoría- están los becarios
que tienen un celular propio (Con prestaciones mínimas), pero que comparten el
uso de dicho teléfono con sus hermanos menores (Lo cual es un problema, pues
las clases se imparten en un mismo horario); por otra parte están los becarios
que no tienen un celular propio, y por lo tanto se conectan a las clases
utilizando el teléfono de sus padres. Finalmente, se encuentran los becarios
(Una minoría) que tienen un celular propio, que no lo tienen que compartir con
sus hermanos, pero –aún en estos casos- no todo es bueno, ya que el celular que
tienen ofrece prestaciones mínimas (Por lo general, es un celular de segunda
mano).
El mes anterior pude conversar con la becaria
Mariana Arcos, por unos minutos (20 minutos aproximadamente), acerca de cómo le
iba en el colegio. Ella –entre otras cosas- me contó que se conectaba a las
clases empleando el teléfono del papá, el padre actualmente está desempleado
así que durante la mañana -mientras Mariana tiene clases- pasa en casa, una vez
que terminan las clases le devuelve el teléfono a su papá -que por lo general-
sale a buscar trabajo, cuando regresa el papá –por la tarde- le da el teléfono
a Mariana para que realice las tareas.
Pienso que este caso –que no es el más extremo-
permite apreciar lo útil que sería proporcionar un teléfono (Smartphone)
adecuado a los becarios. Adecuando en el sentido de que cuente con las
prestaciones para que ellos puedan desarrollar las actividades educativas sin
dificultad.(12 FEB 2021)